Como toda
actividad enraizada en una sociedad, el cultivo del azafrán ha dado
lugar a un vocabulario propio y rico en expresiones; En el trabajo
de M. Nuñez y J.C. Conde, "El léxico del azafrán en el habla
manchega" (Al-Basit. Revista de Estudios Albacetenses, 28.
Albacete 1991), se incluye una amplia muestra de expresiones
referidas al azafrán recogidas mediante encuestas realizadas en la
provincia de Albacete.
La tradición del cultivo del azafrán en La Mancha está
también presente en manifestaciones del folclore típico de la
región, existiendo una jota manchega dedicada a este producto, en
canciones o refranes y es el tema de ambientación de la zarzuela que
lleva por título: "La rosa del azafrán" (libreto de F.Romero y G.
Fernandez Show; música de J. Guerrero; estrenada en Madrid en 1930).
La relevancia
de este cultivo dentro de las manifestaciones culturales manchegas,
se vuelven a poner de manifiesto con la Fiesta de la Rosa del
Azafrán que se realiza en Consuegra (Toledo), con los concursos de
monda que se celebran en La Solana (Ciudad Real) con motivo de sus
fiestas patronales o el Festival de la Rosa del Azafrán de Santa Ana
(Albacete) y en el folclore típico de la región.
Por último,
como muestra conjunta del carácter tradicional y la importancia
económica de este cultivo cabe citar la costumbre, que aún pervive
en algunos pueblos manchegos, de regalar unas briznas de azafrán a
la parejas de novios, como símbolo de los deseos de prosperidad.
Desde el
punto de vista físico y organolépticio el azafrán que se cosecha en
esta zona se distingue fácilmente porque sus estigmas rojos
sobresalen claramente y por tener muy poca longitud de estilo y por
no ser astringente.
El proceso de
producción, único y original que consiste en el desecado mediante
tostado a fuego lento en lugar de desecado al sol, parece ser el
responsable de que el producto obtenido en la Zona tenga una
presencia mucho mejor, además de un mayor contenido en safranal y
poder colorante.
Una tradición
centenaria en el cultivo de esta especia hace las personas que
realizan los procesos de recolección y monda se encuentren muy
cualificados en la realización de estas tareas, consiguiéndose la
máxima calidad en la producción final obtenida.
Por todo esto
el azafrán no puede ser considerado como un producto agrícola más
sino que forma parte del patrimonio histórico y cultural de la
región que ha de ser protegido y conservado.
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