Un encalado, enjalbiego o
jalbiego, es la aplicación de cal como acabado final de
paredes y todo tipo de paramentos. Consta de una mezcla de
cal y agua. Tradicionalmente se ha echado en un bidón con
agua, la cal para su apagado, y de esa pasta fluida
resultante se han practicado los encalados. Tiene propiedades antisépticas, transpirantes para los muros
y estéticas. En España y algunas zonas cálidas del planeta
se usan como reflejo de la radiación solar, para conseguir
que el interior de las casas sea más fresco al no absorber
los muros la energía calorífica. La cal viva se obtiene por calcinación de la piedra
caliza en hornos especiales, donde se le somete a
temperaturas cercanas a los 1000 grados centígrados. La cal
viva es muy cáustica y tiene una gran afinidad con el agua,
a cuyo contacto se transforma en hidróxido, con gran
desarrollo de calor durante el proceso. De la cal viva,
mezclada con agua, se obtiene la cal apagada (o cal
hidratada, que es hidróxido de carbono Ca(OH)2 ). Durante
este proceso se produciéndose la desintegración rápida de
las piedras, que se diluyen en el agua. Posteriormente,
dejando secar esta pasta puede obtenerse cal en polvo. La cal es un producto natural, cuyo uso ha sido muy
importante en el pasado, como lo es en la actualidad,
teniendo una gran importancia en nuestra vida cotidiana. El
uso más antiguo y extendido ha sido la elaboración de
mortero o argamasa, empleado en la construcción
de edificios, aprovechando la propiedad que la cal tiene de
adquirir gran dureza al tomar contacto con el aire. La cal apagada, ligeramente soluble en agua, se mezcla con
arena y agua para hacer el mortero. Una vez usada en el
mortero la cal recupera el CO2 tomándolo de la atmósfera y
se transforma otra vez en carbonato cálcico (lo que se
conoce como fraguado), recuperando su dureza
original y devolviendo el agua que asimiló en el proceso de
apagado. Este mismo proceso es el fundamento del uso de la cal para
la elaboración de pinturas murales con la técnica del
fresco. La cal mezclada con arena y agua del revoque que se
ha utilizado como base de las pinturas, se va endureciendo
progresivamente al contacto con el anhídrido carbónico del
aire. Este endurecimiento recupera en parte la caliza
originaria, formando carbonato de calcio, con lo cual se
consigue fijar los colores del fresco. La cal apagada desleída en agua, es lo que constituye la
lechada de cal, que tradicionalmente se ha utilizado
para enjalbegar las paredes de las casas. La cal apagada es
una base fuerte, que absorbe con intensidad el anhídrido
carbónico del aire, recubriéndose de una película blanca de
carbonato de cal . Esto es lo que ocurre cuando dejamos
secar la cal después de extenderla por la pared. Esta
película tiene un marcado color blanco y resulta impermeable
al agua, siendo este el motivo del uso tan extendido de la
cal para recubrir tapias y fachadas en nuestros pueblos. También ha sido muy extendida en el pasado, su utilización
en el campo de la higiene y la medicina: para desinfectar
árboles; como desinfectante en enfermedades contagiosas como
el cólera y el tifus; para blanquear estancias y fachadas;
para secar el aire en espacios cerrados; para prevenir la
putrefacción de aguas estancadas; para la prevención de
infecciones en el caso de enterramientos de cadáveres en
casos de epidemias. Incluso el agua de cal se ha empleado
para realizar gargarismos y se ha aplicado por vía interna
para curar diarreas y vómitos. Durante los siglos XIX y el XX, se empleó en procesos
industriales como: la preparación de crisoles, como
fundente, en labores metalúrgicas y de alfarería; en la
elaboración de productos como la sosa, la potasa, el azúcar
y el amoníaco; en el curtido de pieles; en la obtención de
cal sodada empleada en estudios fisiológicos; como materia
prima en la fabricación de vidrio; en el tratamiento de
aguas y vertidos industriales; etc. En la actualidad la cal
se sigue utilizando de forma masiva en multitud de procesos
industriales. |