Los de
antiguamente, el muchacho hablaba con la muchacha, aprovechando algún
anochecido que ella salía a comprar o a otro recado, para solicitarla y
entablar relaciones. Era muy corriente, que la hembra demostrara algo de
indiferencia y se negaba a aceptarle, que luego no lo tenía en cuenta el
varón. Volvía a insistir otro par de veces, y la cosa quedaba arreglada,
aunque había muchachas que no aceptaban de ninguna forma, y como
consiguiente le daba "calabazas". Ya de acuerdo, primeramente se veían un
ratito anochecido medio escondidos, para que no pudiera verlos gente de su
familia, vecinas, etc., que se lo pudieran decir a sus padres. Tenía que
echar algún achaque para poder salir ese ratito a la calle, porque si
tenía que hacer alguna cosa lo había dejado para esas horas, o tener que
ir a dar algún recado a alguna amiga (mentira, suerte que no había
teléfonos). El muchacho aguardaba esperando por la zona de la casa de
ella, para que ésta saliera y ya juntos irse a dar una vuelta por algunas
calles. Pasaba un poco tiempo, y ya se les veía ir juntos, lo mismo por el
día sin importarles nada, que los domingos era ir de paseo en compañía de
amigas de ella.
Se habían enterado los padres de la muchacha, pero de
esto no se hablaba nada. Tenía que ser ella la que cara a cara se lo
dijera, pasaban los días con la idea de hacerlo, pero siempre lo dejaba
para el día siguiente. Se juntaban los novios, y él normalmente le decía
"¿se lo has dicho?", que ella le tenía que contestar que "no, pero se lo
voy a decir". Por fin llegó ese día, que la muchacha era decírselo a su
madre, y ésta a su marido. Si el chico era de su agrado, no ocurría nada,
pero si era al contrario, había sus consabidas regañinas. En casa del
muchacho ocurría igual, pero era menos.
Tenían muy en cuenta la posición económica de cada
familia, pues eso era cosa muy importante, el casarse ella con un rico o
él con una rica.
Más adelante autorizaban los padres a ella, el que
hablaran en la puerta de la casa, se daba la circunstancia, que algunas
casas tenían ventana de alguna habitación de la planta baja a la calle,
después de cenar iba el novio provisto de una manta, que ponía cubriendo
dicha ventana y él metido debajo, para hablar con ella ¿o? a través de los
barrotes de hierro.
Avanzó más el tiempo, y entonces era PASAR A CASA DE LA
NOVIA. Ella se lo decía a sus padres, y una noche después de cenar entraba
el novio a casa de la novia, para solicitar el permiso de los padres de
ella que serían sus suegros, si no tenían inconveniente el que siguiera en
relaciones con su hija como lo había hecho hasta ahora. El muchacho era el
pasar un rato de ponerse "colorado" por ser vergonzoso. Ya al día
siguiente, no era hablar casi a escondidas como a lo primero, ni en la
puerta solamente, pues el novio entraba en la casa a cualquier hora. Aquí
estaba un rato de charla con los familiares y luego un poco a la puerta.
En la mayoría de los casos, esto se hacía solamente los jueves, sábados y
domingos, en el resto de los días de la semana, si se veían anochecido,
hablaban pero nada más, que no era ir a casa de ella.
La cosa iba para delante, hasta que se tenían que
formalizar entre las familias. Una noche, los padres del novio, que si no
los tenía, en su representación algún familiar, que eran algunos tíos,
para ir a casa de la novia a visitar a los padres de ella o a sus
representantes, para quedar ya en firme familiarmente las relaciones de
los dos jóvenes. Se pasaban algunos días, y entonces los de la casa de la
novia, devolvían la visita a los de la casa del novio. El muchacho pasaba
a cualquier momento a casa de la muchacha, pero ésta no podía hacer lo
mismo, porque no lo hacía como él, pues tenía que ser por alguna cosa
importante (bodas, fallecimientos, etc.). Si tenía que ir la pareja a
algún espectáculo, que podía ser el cine, toros o cosas así, siempre era
en compañía de algún familiar, bien de casa de él o de la casa de ella,
pero nunca solos. No por eso, se evitaban el que hubiera casos de aumento
de familiar sin estar casados.
Ahora a lo moderno, es completamente distinto a todo
esto, se conocen dos jóvenes, que una gran parte de ellos son de pueblos
diferentes, pues con tanto coche y con las discotecas en todos los sitios,
es muy fácil gastar unas pesetillas en gasolina y a visitar varios
pueblos. Desde el primer día y en cualquier momento van juntos a todos los
sitios, hasta inclusive el chico pasa a casa de la chica, y ésta a casa de
él, pues no son novios, es solamente ser amigos. Luego esto de amigos se
convierte en ser novios, por lo que intervienen las familias y todo queda
de acuerdo. Lo mismo es invitado a la mesa en las comidas el varón en casa
de la hembra, que la hembra en casa del varón, en cualquier circunstancia,
sean fiestas o no. A mi poco entender, lo de antes era demasiadas
precauciones, y ahora demasiadas libertades.
Volvamos a los novios de antes. Una vez puestas de
acuerdo las dos familias, el estar en relaciones los dos jóvenes, era
pasarse algunos años, pues si no había nada desagradable, había que
esperar a que por lo menos el varón pasara de cumplir los 26 ó 27 años.
Durante este tiempo, los padres del novio entregaban a la novia, poco a
poco, cantidades de dinero para que fuera comprando las cosas
correspondientes que son imprescindibles para el hogar, pues por parte del
novio era comprar todo lo necesario, ya que la novia solamente compraba su
ropa particular que a ella le pareciera. Otra cosa era también que le
hacían algunos regalos en las fechas claves (feria, Navidad, cumpleaños,
etc.), pues solía ser algún objeto para el ajuar o algo de lo vendido en
relojerías. También el novio recibía algunos por parte de la novia.
No puedo dejar sin escribir una cosa muy curiosa, si por
cualquier motivo se enfadaban y rompían las relaciones, era el quedar
sumamente reñidos, que los regalos recibidos, así como el dinero, ninguno
devolvía nada, que era la venganza con que se ensañaban, pues ella le
ajustaba las cuentas del tiempo que había perdido en darle conversación,
que algunas veces aún quedaba a deber el novio alguna cantidad de lo que
tenía entregado, pero que era igual, pues no abonaba nada. Si esto no
ocurría, la cosa iba para adelante normalmente hasta el final. De todas
formas cuando las relaciones se terminaban bien, aquí era un dicho a esta
forma de ser novios, que era COMPRAR A LA NOVIA.
En los novios de ahora todo esto es muy diferente. Aquí
no hay entrega de dinero, pues no se tiene en cuenta lo que pueda aportar
ninguna de las familias, bueno en algunos casos, en otros, si; pues
generalmente cada una entrega o compra según su voluntad o sus medios
económicos. En su mayoría consiste en comprarles utensilios para la casa.
Si el novio está trabajando, normalmente se ha ido quedando con sus
ganancias, y de este dinero compran todo, que si también la novia trabaja,
mejor todavía. También hay quien los padres están en posición económica
boyante y echan una mano.
Terminado el resumen de como se realizaba el ser novios
de antes y novios de ahora, para después esperar por estas parejas el que
llegara el día de su casamiento, que lo pueden leer en el cuadernillo que
lo tengo escrito de DOS BODAS: Antigua y moderna,
quedando estos jóvenes el que llegue este día con la ESPERANZA QUE NUNCA
SE PIERDE. Por José
Moreno Rosell (1915-1996) |